(Foto tomada en una escuela para chicos inmigrantes)
Entre los sesenta y los setenta se aprendía español en El Norte, para eventualmente poder ordenar una cerveza o preguntar en donde se encontraba el baño durante viajes de ocio al Caribe o al Mediterráneo.
Durante los ochenta el español era imprescindible para entender las canciones rock que venían de la península y de latinoamérica. Los Menudos y otros artistas hispanoparlantes comenzaron a inundar el mercado americano, generando asi, un interés por la lengua.
Los noventa traen consigo el fenómeno de la globalización económica y esto es buena excusa para recordarles a los chicos y jóvenes que saber otra lengua, y en especial el español, sería sinónimo de éxito laboral en el futuro.
Llega el dos mil y junto al YK2, los ataques terroristas y sobre todo el escabroso tema de la inmigración, hacen de la enseñanza del español, algo casi que controversial. Vienen a mi mente situaciones como cuando un estudiante me reclamó porque la bandera de Colombia en la clase, era más grande que la bandera americana que formaba parte del mobiliario de la escuela. O aquella reunión de entrega de boletín de notas en la que el padre de Jane me gritó y amenazó por hablar con los estudiantes sobre las experiencias de los inmigrantes. La tension era obvia.
Mientras que miles de inmigrantes latinoamericanos arriesgan su vida tratando de llegar por cualquier medio al Norte, los pequeños y medianos empresarios americanos, asi como el gigante sector de la agricultura, se benefician económicamente de su precaria situación, pidiendo a los inmigrantes indocumentados que hagan el trabajo que ningún otro americano haría. Al mismo tiempo estos mismos empleadores condenan y cuestionan frente a sus amigos y familias, la integridad de quienes han puesto el pan y el abrigo en su mesa y hogar.
Enseñar español en El Norte en el siglo XXI no puede ser igual a la manera como se enseñaba antes del año dos mil. Se requiere hoy de una conciencia social. Más de 7 millones de jóvenes estudian español en las escuelas y universidades de este país. No podemos seguir maquillando cada clase con videos del último hit musical del grupo más popular en el mundo hispano. No podemos seguir mostrando películas que como muchas, no hacen más que eternizar estereotipos, pero aún peor, marginalizar al inmigrante. Basta ya del curriculum frívolo salpicado de exotismo y saturado de Pinterest.
Los profesores de español en El Norte, tienen en sus manos la responsabilidad de generar un puente de entendimiento entre el joven anglosajón y la comunidad hispana, que es también su comunidad. No hay que temer ni evadir el tema de la inmigración. Por el contrario, debemos invitarlo a nuestras clases, traerlo de la mano, dejando que entre en su totalidad. Hay que asignarle un espacio permanente en la clase.
El mundo sigue sorprendido por el gran apoyo que personajes como Donald Trump tienen en El Norte, sin darse cuenta que tanto él, como muchos más extremistas, no son sino el resultado de lo que como profesores de lengua, de cultura y de realidad social, hemos dejado de hacer en nuestras clases. Si hubiésemos hablado más acerca de la inmigración, acerca de la realidad económica latinoamericana y de cómo las políticas de El Norte la afectan. Si hubiéramos analizado la forma como El Norte depende de la mano de obra barata del inmigrante indocumentado, si hubiéramos invitado a nuestros estudiantes a charlar con los recién llegados, la historia sería otra.
No todo está perdido. Hagamos un esfuerzo por dejar de lado lo frívolo, ayudemos a que en lugar de aprender español para hablar de ellos mismos, los chicos lo aprenden para hablar de su realidad, de sus vecinos hispanos, de su influencia como ciudadanos del mundo. Menos Beyoncé cantando en “español” y más Bacilos, menos J Balvin y mas La Santa Cecilia, menos películas como Narcos y mas como Real Woman Have Curves. Menos historias con palabras de alta frecuencia y más historias con verdades frecuentes como aquellas escritas por Jorge Ramos. Enseñar español en El Norte, no es igual a enseñar español en cualquier otro lugar del mundo.